Permitid
que sea optimista
Por Jordi Bofill
Permitid que sea
optimista. Quizás hasta algo atrevido. Debo decir que tengo múltiples razones
para ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío. Las estadísticas en lo
que llevamos de 2016 y las sensaciones de este Girona F.C. me avalan para
serlo. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Voy a tomarme el pequeño lujo de
reengancharme a algo más que el simple conformismo que parecía inundar
Montilivi allá por Navidad. Un conformismo que, si los resultados negativos
(que no sensaciones, importante aclarar la diferencia) se hubieran agravado quizás
hoy me estaría llevando a escribir otro tipo de artículo. Veamos cuales son las razones
que me llevan a pensar que quizás si sea posible dar un paso más…
El equipo, inmerso
en plena espiral de resultados positivos, ha logrado 18 de los últimos 24
puntos en juego. Repito: 18 de los últimos 24 puntos en juego, repartidos en 5
victorias y 3 empates. Una locura, y más aún, si la comparamos con el pobre
bagaje obtenido en la primera vuelta ante los mismos rivales, donde únicamente
se lograron 8 puntos de 21 (resta por añadir el partido ante la Ponferradina,
encuentro que significó la primera victoria de esta racha y que será el último
encuentro del campeonato). Así, como quien no quiere la cosa, diez puntos más
que al inicio de temporada. Unos diez puntos que ahora mismo nos situarían en
ascenso directo. Palabras mayores.
¿A dónde nos lleva
eso? De jugar con fuego con la zona de descenso (pese a no haber entrado NUNCA
en ella durante esta temporada), nos encontramos en la zona media-alta de la
tabla a 3 puntos de la zona de play-off y a 9 del ascenso directo. Lo volveré a
repetir: a 3 puntos de la zona de play-off y a 9 del ascenso directo. Siendo
claros, estamos a un partido de repetir lo logrado en la temporada anterior. ¡A
un partido! Perfecto. Yo lo compro. Pero dejemos las estadísticas aparte, esas
que también nos dicen que el Girona F.C. es el segundo mejor equipo de 2016
únicamente superado por el líder de la competición, el Leganés. Olvidémonos de
eso, como también dejemos pasar que el equipo es el segundo conjunto que menos
goles recibe, con 23, volviendo a verse superado por el conjunto de Butarque,
que ha encajado 21.
¿Qué más dará todo
eso? Seguramente pensareis que, a estas alturas del artículo, todo es pura
fachada, que un par de malos resultados harán que todo esto carezca de sentido.
Incluso me podéis contrarrestar diciendo que, en las dos temporadas que el
equipo ha terminado disputando el play-off, el Girona F.C. llevaba más puntos
que ahora: 5 puntos más en el año de Rubi y 11 más la temporada pasada. Todo
eso es cierto. Y aquí es donde entran las sensaciones, donde su valor se cobra
al alza. Quien conoce esta categoría sabe de la dificultad de la misma; de la
importancia que cobran las dinámicas, tanto positiva como negativamente. Y, en
esta segunda vuelta, las sensaciones del conjunto de Pablo Machín son
inmejorables. Entremos en detalles.
El técnico soriano
ha logrado dar con la tecla tras una primera vuelta llena de retoques en sus
alineaciones, logrando la estabilidad y la confianza necesaria en piezas clave
para una mejora de su rendimiento. Hombres como Aday (clave su mejora física
para entender su regularidad), Granell y Borja García han conseguido dar un
paso adelante que ha permitido obtener su mejor versión en la mayoría de los
últimos partidos, beneficiándose ellos mismos y sus compañeros de semejante
nivel de juego. Si a eso le añades la importancia de saber que tienes al mejor
portero de la categoría debajo de los palos; una seguridad en la zaga defensiva
impropia de un sistema tan ofensivo como el 3-5-2 (con especial mención a Kiko
Olivas, probablemente el defensor más regular de la categoría en cuanto a un
alto nivel individual); un medio centro como Pere Pons que te hace fácil lo
difícil, leyendo el juego con un posicionamiento táctico espectacular y una
delantera que, con la suma de las nuevas incorporaciones en el pasado mercado
invernal, proporciona goles con la suma de todas sus piezas; te encuentras ante
una visión mucho más optimista que durante el primer tramo de competición.
Respecto a los goles, otro dato más: el equipo no pierde habiendo logrado
perforar la portería contraria desde la jornada 16, hace ya 3 meses, en un
lejano Girona 1-2 Córdoba que terminó con un gol mal anulado a Alcalá y
encadena 8 encuentros anotando, los mismos que partidos lleva invicto.
¿Curioso, no?
Cierto es que los
rivales ya no vienen a Montilivi como en la primera vuelta, donde la mayoría de
los equipos se han colgado del travesaño, viéndolas venir para beneficiarse de
algún contragolpe o segunda jugada que les permitiera llevarse el partido.
Lícito, pero complicado para un conjunto ofensivo como es el Girona F.C, que
prefiere proponer su estilo de juego. La apuesta por profundizar mucho el juego
ofensivo a través de los carrileros sigue vigente, tanto como que la aportación
de Borja García aporta infinitas soluciones distintas por si el plan A no
funciona. Verlo jugar es saber que cuando el balón llega a sus pies, puede
pasar cualquier cosa. Y tener un jugador así y en un momento dulce, es de un
valor incalculable; sea el momento que sea. Acierto total de Pablo Machín el de
darle una continuidad exigida por el público de Montilivi en la primera vuelta.
También se le
recriminaba al técnico soriano, durante la temporada pasada, la falta de
oportunidades a los no habituales, echo que conllevaba tener a los jugadores
con menos participación poco enchufados para el momento en que se les
necesitara. Otro cambio en su método, al repartir mucho más los minutos entre
los suplentes que antaño, demostrando un cambio de mentalidad que quien sabe si
dará sus frutos al final del campeonato. Con unos registros espectaculares como
visitante, únicamente los resbalones actuando como local (como si de las meigas
se tratara), impiden que el equipo esté más arriba de lo que actualmente está.
Tiempo al tiempo. Veamos lo que queda.
En mi humilde
opinión, cualquier equipo que se precie candidato a algo importante debe hacer
de su estadio un auténtico fortín y, precisamente, Montilivi no ha sido digno
de ello durante esta temporada. Aún, porque estamos en proceso de mejorarlo.
Igual que la afluencia de público, del que otro día ya hablaremos. Como local,
al equipo le queda recibir a: Leganés, Osasuna, Alavés, Tenerife, Mallorca y
Alcorcón. 6 finales. Mientras que como visitante, siendo el sexto mejor equipo
(con dos encuentros menos), debe visitar Almería, Zaragoza, Lugo, Albacete,
Córdoba, Elche, Valladolid y Ponferradina. 8 finales más para un total de 14 batallas
deportivas que marcarán el futuro de un equipo hoy al alza.
Permitid que sea
optimista.
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